jueves, 5 de diciembre de 2013

Lo que todo el mundo, ¿sabe?


El año pasado cursé una asignatura que cambió mi vida. Es una forma de hablar. En dicha asignatura uno aprendía a observar las maravillas que, a lo largo de los siglos, han salido de las manos de los genios artísticos del mundo entero.
La armonía griega, repetida durante el Renacimiento, me entusiasmaba, y me entusiasma especialmente. Sin embargo, hoy quiero llamar la atención del mundo entero sobre otro período, denominado Gótico despectivamente, queriendo tildarlo los teóricos renacentistas de arte de bárbaros.
Aunque, indudablemente, el arte medieval de más altura no alcanzó la belleza y la armonía del de Miguel Ángel, no es en absoluto una etapa a despreciar.
Sé que muchas veces es cuestión de gustos y preferencias, pero yo estoy últimamente cautivado por la magnificencia de las grandes iglesias góticas, y lo sublime de los arcos apuntados, de las bóvedas de cañón, de los tímpanos, las bóvedas de crucería y sus claves... Al escuchar algunos vocablos como Chartres, Notre-Dame, Köln, Ulm, Barcelona, Sevilla o Valencia, no puedo evitar recordar las maravillas que el Medievo construyó a lo largo y ancho de la geografía europea.
Y esa es otra. Ocurre que la gente en general, al oír hablar de la Edad Media, piensa en oscuridad y retraso, en un período a olvidar, que menos mal que pasó hace mucho tiempo, que no tuvo nada bueno. Y es así. Y punto. Y lo sabe todo el mundo. Y no hay discusión, y quien va en contra no tiene ni idea, o es un retrógrado, o no quiere aceptar la realidad...
Me parece que quienes opinan así no han visto los centenares de catedrales e iglesias que pueblan a esta Europa que ha olvidado de dónde viene. O a lo mejor no quieren verlas, porque no entra en su prisma. Hasta luego.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Santiago Apóstol.


Barrio del Cabanyal, calle de Escalante. A menos de un kilómetro, más de 50000 estudiantes universitarios desconocen su existencia, creyendo quizá que los niños que están en su situación se encuentran al otro lado del mar. Una paralela a Escalante, la calle del Progreso, se ríe de ellos, mientras mira hacia otro lado, hacia el lado de la playa, donde en verano cientos de miles de personas disfrutan de 'su' Estado del Bienestar.

Todas las semanas voy con un amigo a este colegio diocesano situado en el Cabanyal, para 'ayudar' en lo que haga falta. De no ser porque en la puerta se indica con una placa lo que es, la primera vez que fuimos habríamos tardado horas en dar con él. La fachada no se interrumpe para dar lugar al acostumbrado edificio o edificios escolares independientes. Es un portal más de la calle. El colegio, de unos 250 alumnos, no tiene patio exterior. En su lugar, un espacio interior de 30 metros de largo por 7 de ancho en el piso de abajo (el piso de arriba aún no lo he investigado) sirve como lugar de juegos. De los 250 alumnos, un alto porcentaje es de etnia gitana, y todos son de clase baja. Los institutos públicos, cuando llegaron al barrio, los rechazaron. Demasiado trabajo para ellos: ducharles, darles de desayunar, lavarles la ropa, conseguir que los familiares dejasen los negocios ilegales, y que las niñas no fueran casadas a edades próximas a los 15 años... Demasiado para el Estado, la caridad tuvo que hacer justicia.
La escasez de medios es patente, y la pobreza de los niños también.Y las sonrisas de todos ellos también. Tan patente que a quien no sonríe se lo recriminan: no tienen derecho a no hacerlo Y la alegría de los profesores, que quién sabe cuándo, cómo y cuánto cobran, también es patente. El primer día,  no salgo de mi asombro al comprobar cómo, con un palo y una caja hueca de madera, una de las profesoras es capaz de hacer felices a veinte niños de cuatro y cinco años, que vivirán en la pobreza material, pero son más felices que sus homólogos que, en la misma ciudad, tienen (tuvimos) agua corriente en casa, libros para el cole, zapatos, mochila, y cuadernos nuevos cada inicio de curso. Son una lección viviente a este mundo desarrollado, lleno de cosas y vacío de felicidad.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Intelectuales...


De vez en cuando sucede que, por una casualidad, un golpe de suerte, una obligación, un interés repentino, o cualquier otra situación, estás en una conferencia. Hay dos tipos de conferencias incluso me atrevería a aventurar tres.
El primer tipo se podría definir hablando de una disertación soporífera y monótona que duerme hasta las butacas, y en la cual se aguanta por caridad. El tercer tipo que he osado introducir es aquel que dice cosas, pero no sabe transmitirlas del todo bien, y se queda en un discursillo mediocre. El otro tipo, sin embargo, es aquel en el cual la persona que habla sabe. En este último caso, no importa tanto el tema de que se hable como el conferenciante. Si alguien sabe, aunque el tema no diga mucho, la cosa marcha. Pues bien, toda esta teórica y aburrida introducción para decir que estuve el otro día en una conferencia del tercer tipo. La verdad es que fue apasionante. No es corriente escuchar a personas sabias, pero, lo aseguro, sigue habiéndolas. Personas para las cuales la verdad es más importante que la ideología, y la mentira más despreciable que las alcaparras (con perdón para todo aquel a quien le guste este odioso elemento de la naturaleza).
Ojalá el día de mañana este escritor y todos sus lectores sean personas de este tipo: sin prejuicios ni complejos, independientes, valientes, libres, auténticos, y, sobre todo, sabios. Todo esto en el campo intelectual, claro.
En fin, un placer volver a estar con ustedes, ¡feliz verdad!

jueves, 31 de octubre de 2013

Cosas que no valen la pena (I).

La última vez que escribí fue hace exactamente treinta y dos días. Hagamos borrón y cuenta nueva. A otra cosa. Hoy estoy en un estado de ánimo que, haciendo memoria de mis escritos, se podría comparar a esto, o a esto otro. Sin embargo, lo intentaré.
Resulta que puse este título a una entrada que luego no escribí, y ahora recuerdo por qué era. Un día descubrí que había una cosa que no valía la pena. Era la siguiente: ponerse nervioso.
Me diréis que soy un inmovilista, un perezoso, quizá un conformista. Pero descubrí entonces que no vale la pena perder la tranquilidad por cosas que no se lo merecen. Se entiende, ¿no? Me parece que en esta vida hay que vivir en cierta tensión, para poder moverse, andar, pensar por ti mismo, etc. Pero una cosa es vivir en una tensión mínima imprescindible, y otra alcanzar un nivel de tensión elevado, efecto del cual es perder la paciencia y tratar a la gente de tu alrededor peor de lo que se lo merecen. La sonrisa se convierte en mueca, vas andando nerviosamente a todas partes, y lo que te podría salir en una hora te sale en cinco. Al final te das cuenta de que eres tonto, consigues calmarte, y mejor.
Y entonces, ¿por qué cosas vale la pena y por qué otras no vale la pena ponerse tenso? Tengo muy claro que una por la cual no vale la pena es el dinero. Hay que cuidarlo, no malgastarlo, y todo lo que quieras, pero no hay que tensarse por él.
En fin, sólo quería transmitiros este pequeño pensamiento. No tiene más, pero me parece que hay que tenerlo en cuenta. Y a ser felices.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Universidad y rutina.

Escribo esto en cinco minutos y de un tirón. Siempre había pensado que la gente que tiene un blog y no lo actualiza cada muy poco tiempo es porque, no sé, tiene trabajo, es muy importante, o simplemente no le importa ese pequeño espacio en la web que tenemos los bloggeros. Pues mira tú por dónde, va, y me encuentro yo mismo en medio de ese grupo de 'descuidados'.
Pero es que la universidad ha empezado. Una pasada. Nueva gente, nuevas disciplinas, discusiones, personas que nunca habrías imaginado conocer, o, mejor dicho, que siempre habías imaginado conocer. Todo un espectáculo y una experiencia, con una contrapartida: no tengo tiempo. De todas maneras, algo sacaré a la semana, cuando me vaya acostumbrando a este nuevo ritmo de trabajo y vida.
Aunque dé un poco de miedo al principio enfrentarse a un cambio, una nueva realidad, pronto esta pasa a convertirse en rutina, y acostumbrarse a la rutina es sencillísimo. Sin embargo, yo apuesto por redescubrir la rutina. Todas esas pequeñas cosas que hacen un día diferente de otro, y que hacen todos los días maravillosos. Hay que descubrirlas, pero son muy sencillas: una sonrisa, una conversación, una broma, y tantas otras cosas... ¡Viva la rutina!

martes, 10 de septiembre de 2013

The Breeze is gone.


"Llamadme la brisa, continúo soplando a lo largo de la carretera". Así dice uno de los temas más famosos de John Weldon Cale, conocido popularmente como J.J. Cale, fallecido este verano a los 74 años. Y es especialmente adecuado comenzar con esta cita, porque es como una declaración del propio Cale de que permanecerá, siempre on the road, expresión casi exclusiva del mundo de las giras musicales americanas..
Ciertamente no es uno de los músicos que más admiro, pero sí me encanta la canción que comienza igual que he comenzado esta entrada, Call me the breeze. Simplemente por esa canción ya vale la pena escribir sobre él.
Es un típico blues, muy sencillo, con unos arreglos de guitarra eléctrica que le ponen la guinda a la estructura de los tres acordes clásica. Pero tiene algo diferente del resto, una especie de pasotismo, que impregna todo el tema. Sin entenderlo, uno piensa que Cale nos está diciendo, con su voz rasgada y tranquila (no en vano el estilo del estadounidense fue llamado 'laid back', relajado) que es el amo, el rey, el dueño de la carretera. Y no se va mucho la letra. En ella nos dice que no se esconde de nadie, que nadie se esconde de él. Es un canto al ideal americano de independencia absoluta. Puede que vaya a California, puede que vaya a Georgia, pero no me importa, le falta añadir.
En fin, he aquí  un pequeño homenaje que quería hacerle a este 'bluesman', que nos dejó el pasado julio.
La brisa, que iba donde quería, sin ser domado jamás, aunque tampoco dominando necesariamente nada. Es libre, sin problemas. Es el 'blues' en persona, nada más.

Call me the Breeze

domingo, 8 de septiembre de 2013

Buon giorno, principessa!




Estamos de vuelta. Un poco entrado septiembre, pero aquí estamos, dispuestos a todo, dispuestos a hacer pensar a este mundo que le falta un tornillo, dispuestos a hacerle descubrir la belleza que, como dice Dostoievsky, será la que salve al mundo. No es tontería, ni tarea pequeña.
Y, ¿de qué voy a hablaros? Sinceramente, no estoy muy seguro, pero me gustaría escribir cuanto más, mejor, porque cuanto más escriba, mejor escribiré. Lo que sí tengo claro es cuáles son mis objetivos, que son los enunciados líneas arriba: hacer pensar y hacer descubrir la belleza. Me planteo la duda de si voy a hablar sobre temas de actualidad. Sí, ¿por qué no? Pero intentaré evitar siempre la polémica absurda, que no la discusión. Puede que la diferencia sea que la polémica es apasionada, o mucho más apasionada, que la discusión.
Comenzaré en unos pocos días la Universidad, con bastante ilusión y ganas de aprender, que espero se vean correspondidas. Espero acordarme de escribir el primer día. Es un salto interesante, que vale la pena recordar.
En fin, lo dicho, que este blog ha despertado, al grito de ‘¡buenos días, princesa!. He soñado toda la noche contigo…’. Ahora empieza lo bueno.

sábado, 29 de junio de 2013

Memoria y despedida.


Esta va a ser la última entrada en este blog antes de efectuar el reglamentario parón de verano, que me llevará a no escribir nada o casi nada en julio y agosto. Quería, pues, hacer revista de lo que he escrito este curso, de septiembre a junio, en este mi espacio cibernético.
Este curso he escrito mucho menos que el anterior. No sé si habrá sido porque estaba en el último curso del colegio, con su consiguiente merma en las horas disponibles debido al estudio, o por cualquier otra cosa, el hecho es que, en el curso 2011-2012 escribí 72 entradas, y en el curso que hoy concluyo oficialmente he escrito 42. Los datos están ahí.
¿Las entradas que más han gustado a las personas que me leen? Confesiones de un pequeño idealistaLugares descubiertos de Valencia (I)¿Progreso?, y El fin del principio. ¿Y las que más han gustado a las personas que no me leen? Ninguna, porque no me leen.
He pasado de un idealismo confeso a ser más dado a las reflexiones, y al arte (será el influjo de la asignatura de historia del arte), y sigo igual de humorista, espero. He escrito menos poesía, muchísima menos. Todo eso en líneas generales, y mirándome yo a mí mismo. Seguramente mis lectores me vean de otra forma. Les invito a dar su opinión, aunque últimamente nadie comenta. En fin, ellos se lo pierden...
Termino con el propósito de volver el año que viene, dispuesto a contar cómo es la inmersión en la Universidad, que realizaré a partir de septiembre, y esperando que dicha inmersión no me quite tiempo para escribir.
Lo dicho, a disfrutar del verano. ¿Que qué pienso hacer? Leer a Gömbrich, introducirme en el derecho, tocar la guitarra, aprender muchas cosas y ser feliz. ¡Hasta septiembre!



miércoles, 26 de junio de 2013

Homenaje a un profesor desconocido.


Me dispongo a hacer un homenaje a una persona sin la cual, durante el curso académico transcurrido, una asignatura concreta habría sido mucho más complicada. Sin embargo, gracias a su inestimable ayuda, todo fue posible.
Gracias por todo su trabajo, su dedicación, su buen hacer, su profesionalidad y su ejemplaridad. Cierto es que en mi vida he visto su cara en persona ni he hablado con usted, pero, ¿eso qué importa? Lo que importa es que su material, sus diapositivas, sus explicaciones escritas, estaban ahí cuando eran necesarias, y sin ellas poco habríamos podido hacer. Usted ha sido de los mejores profesores que hemos tenido este curso, sin duda alguna.
Su prestigio trasciende fronteras, desde Extremadura a Valencia, y seguro que más lejos. Ninguna asignatura de la rama de Ciencias Sociales escapa a su conocimiento: Historia del Arte, Geografía, Historia, Economía... Lo vasto de su sabiduría hace recordar a otro Isaac, Newton de apellido, al cual posiblemente acabe usted haciendo sombra.
En fin, no sé qué decir. Dicen que ante los grandes hombres las palabras no acuden al pensamiento ni a los labios. Únicamente puedo decir gracias, don Isaac, y espero algún día cruzarme con usted o saludarle, o algo parecido. Sin usted, habría sido imposible; con usted, fue posible. Gracias.
Posiblemente, para los que no han compartido la clase con el escritor de estas líneas este último curso, será imposible entender esta entrada. No importa. Ya habrán otras que entenderéis. Un saludo.

lunes, 24 de junio de 2013

Lugares descubiertos de Valencia (I).


Nací en Valencia hace más de diecisiete años, y en la capital del Turia vivo desde entonces. Sin embargo, hay numerosos sitios de mi ciudad que no conozco, o por los que nunca he pasado. Iré poniendo poco a poco en este mi espacio en la web los lugares que vaya descubriendo de la capital del Reino. Vamos con el primero.
Esta idea se me ocurrió el otro día, cuando, para cruzar el cauce del río Turia de una parte a otra de la ciudad, decidí hacerlo por el puente del Mar, por el que pocas veces o ninguna había pasado en mi vida. Me sorprendió gratamente por lo bonito que era, a la vez que sencillo, y especialmente por lo bien cuidadas que estaban las inscripciones en latín situadas a derecha e izquierda bajo las estatuas de la Mare de Déu dels Desamparats y de San Vicente Ferrer. Son perfectamente legibles, al contrario que otras, como las del puente del Real. Podéis comprobarlo por vosotros mismos:


Actualmente estoy en proceso de traducir lo que dice, pero al parecer tiene que ver (al menos el primer párrafo) con un desbordamiento del río Turia en el año 1726, siendo rey de España Carlos III. Esta inscripción se situaba debajo de esta estatua de la Virgen de los Desamparados, patrona de la ciudad.


A mí me gustó mucho descubrir esta pequeñísima parte de Valencia, y por eso os hago partícipes de este descubrimiento, que espero sea el primero de una larga serie de entradas sobre la ciudad en que vivo. Hasta otra.

lunes, 17 de junio de 2013

El culmen de la novela policiaca.


Descubrí hace un tiempo, leyendo a Mankell, que me encanta la novela policiaca. Todas las novelas de este tipo aportan una sensación de suspense, intriga, ganas por saber qué viene después, la intención de adivinarlo, la admiración por el protagonista y por sus habilidades, el odio al asesino a la vez que el reconocimiento de su astucia (es cuando uno piensa 'qué caa...') y el interés por los detalles de la investigación.
En cuanto a los diferentes personajes cumbre de la novela policiaca, entre los cuales podríamos citar a Kurt Wallander o a Poirot, aunque hay diferentes opiniones, nadie duda de que el que ocupa un lugar preeminente es el mítico inspector Sherlock Holmes. Él es el personaje de esta novela, 'El ángel de la música' que conjuga maravillosamente todos los ingredientes arriba referidos sobre la novela policiaca, situándolos en el París de finales del siglo XIX y dentro de la Ópera de la misma ciudad (allí tiene lugar, por lo menos, la parte central de la acción), construida por el famoso arquitecto francés Garnier-exponente, por cierto, del arte francés del siglo XIX-. 
Una novela deliciosa, diferente de lo habitual en Holmes, y que no está escrita por Conan Doyle (el autor es Nicholas Meyer). Es diferente porque el protagonista no se encuentra en su hábitat natural, que es Londres, y no se enfrenta a un caso cualquiera donde únicamente con saber quién es el asesino se soluciona todo. En esta historia hace falta más que eso. Cazar al malhechor despiadado (como son todos los 'malos' de las novelas policiacas) no va a ser tan sencillo como de normal, ya que dicho malhechor no es el típico al cual estamos acostumbrados los lectores... 
En fin, no os digo más, y espero que os guste. Hasta otra.

domingo, 16 de junio de 2013

De nocte.


Me he propuesto compensar la escasez de escritos desde el comienzo del presente año y la que vendrá durante el verano (julio y agosto) escribiendo todo lo que pueda en el mes de junio.
He aquí que he vuelto a escribir poesía. Sí, lo sé, soy un poco inexperto y todas esas cosas. Solo tengo diecisiete años, de poetas he leído únicamente a Bécquer, a Machado y a pocos más, he decidido desterrar la rima de mis poemas, no es que tenga una obra extensa que se diga y no soy ningún Garcilaso de la vida. Pero es lo que hay, y hay que asumirlo. A escribir se aprende escribiendo, así como a leer leyendo. En fin, os dejo aquí lo último que he escrito, que espero que os guste. Hasta otra.

NO-RIMA XIX
Escucha, musa,
escucha en silencio
cómo te hablo,
en susurros,
de la belleza
de esta noche mía,
tuya, de la ciudad,
del mundo entero.
¡Calla! No eleves la voz,
no vaya a ser
que la despiertes
con tus torpezas
de su hermoso sueño
de mármol de Carrara.
Está dormida.
Así es más bella.
Te diré un secreto,
musa mía, acércate.
En el momento
en que la despiertes,
morirá y llegará el día.
Quédate conmigo 
unos minutos,
y contemplemos callados
la negrura de la noche,
bella y terrible,
en la que hombres mueren
y mujeres se enamoran,
todos bajo las mismas estrellas.

sábado, 15 de junio de 2013

El fin del principio.


El jueves pasado terminó para mí un camino. Es el camino escolar, sinónimo de infancia, pubertad y adolescencia, de gritos, heridas, árboles, guerras de palos, tiroteos de algarrobas y partidos de fútbol en los que la portería era una pared y los equipos estaban formados por treinta en vez de once. Ese camino ha terminado ya para mí, y está por comenzar otro, el universitario, que ya veremos de qué es sinónimo.
Ciertamente, cuando uno está inmerso en la interminable primaria, piensa que aquellos que ya se van del colegio están lejanos, como seres inaccesibles, extraños, en una situación tan remota o más que la muerte. Pero, cuando uno llega aquí, y también os digo que he deseado mucho llegar, se da cuenta de que tampoco es para tanto, de que simplemente hemos terminado una etapa del camino, que se ha ido y nunca volverá, y ahora empieza otra etapa, que será mejor que la pasada, con un poco de buen humor y ganas de esforzarse.
No sé, son cosas que se me ocurren. Con todos los actos de despedida del colegio y demás, queda claro que esto es un final. Y lo es, sí, pero es el final del principio. Ahora viene lo bueno.
¿Y qué haremos, pues, de todas las carreras, las pipas en el patio, las cabañas, etcétera? Las aparcaremos en un lugar respetuoso del recuerdo, para volver si acaso a ellas cuando tomemos una cerveza en un bar con un amigo del colegio, de esos que seguirán siéndolo después de haber franqueado por última vez la puerta de salida. Y ya está. Por lo demás, que se queden ahí. Ya han pasado, ahora toca mirar hacia delante, y crecer. Le ha llegado el turno a otro comienzo. Bienvenido sea.

viernes, 31 de mayo de 2013

¡No a todo!


Hoy día la gente protesta. Basta que alguien haga algo, para que alguien proteste. Y no se piense el lector que algún caso queda eximido de este aforismo. Siempre, siempre, siempre hay alguien que protesta. Si no es por una cosa es por otra, y si no es por esa, será por la otra. Y si hablamos de personas... Nadie es alabado por la totalidad de su público. No se puede ser perfecto. Nada gusta a todo el mundo, y menos en esta sociedad nuestra, a cuyos individuos se les ha dado la potestad de expresar su disgusto.
El pensamiento que quería dirigiros a vosotros, habitantes del mundo (aunque tengo serias dudas acerca del mapa que blogger me dispensa donde aparecen los países de procedencia de las visitas a mi blog...), es que, aunque no todo el mundo protesta a todas horas, siempre parece que en las calles se encuentra una oposición a todo lo que se establece, constantemente oímos el 'no' en los labios del mundo. Hay gente que se dedica a quejarse, e incluso le pagan, y sustanciosamente por ello. No diré nombres.
Así pues, lo que se deriva de todo ello es que, si echamos un vistazo en cualquier momento a nuestra sociedad, nos damos cuenta de que la tónica es un tajante 'no a todo'.
Es un consuelo esto si piensas que algún día serás un personaje público, y tuviste en algún momento la ingenua, romántica y absurdísima idea de que nadie te criticaría. Pero, escúchame: si no te entienden, explícaselo. Si no quieren entender, olvídalos.

viernes, 24 de mayo de 2013

Dylan cumple 72.


En ciertos campos de la existencia humana, ha habido personas cuya actividad fue vital para el desarrollo de dicho campo. Así, y aunque yo no tengo ni pajolera idea de física, parece claro que, sin Albert Einstein, posiblemente aún no tendría nadie ni idea de que 'e' es igual a 'mc' al cuadrado (que no sé lo que significa ni 'e', ni 'm' ni 'c' ni nada, pero bueno supongo que se entiende); y el Imperio Romano posiblemente nunca habría crecido como creció sin la figura de Julio César, que, todo sea dicho, se embarcó en la guerra de las Galias para conseguir pasta.
Pues bien, en el campo de la música 'rock', muy posiblemente poco se habría conseguido sin la figura de Bob Dylan. Él, y él solo, se atrevió a contrariar a toda una audiencia para tocar lo que quiso, soportando abucheos y que le llamaran traidor ('Judas', le dijeron). Pero hizo avanzar al 'rock' a un género nuevo, que mezclaba canciones protesta, guitarras acústicas con guitarras eléctricas de furiosos 'solos' de 'blues' y 'rock and roll'. Sólo una personalidad obstinada, con una mentalidad clara es capaz de contrariar a todo el mundo, y él lo hizo. Sólo una persona inconformista podía guiar las protestas sin complejos contra la sociedad americana de los 60, y él lo hizo. Sólo una persona podía aparecer en el festival 'folk' de Woodstock con una batería, un grupo de 'rock' y varias guitarras eléctricas, y él lo hizo.
Un mito, una leyenda, un gigante del siglo XX, un guía de toda una generación, un canalizador de las revoluciones juveniles, un hombre sin estudios universitarios cuya poesía es estudiada en las universidades americanas, un controvertido, polémico, un profeta. Dylan.
Hoy cumple 72 años, ¡que sean muchos más! Le dedico estas letras, de su canción 'Bob Dylan's Dream':


With haunted hearts through the heat and cold
We never thought we could ever get old
We thought we could sit forever in fun
But our chances really was a million to one

Que, traducido, vendría a significar: con los corazones encantados a través del calor y el frío/ nunca pensamos que podríamos hacernos viejos/ creíamos que podíamos sentarnos siempre divirtiéndonos/ pero nuestras oportunidades realmente era de un millón contra una.

¡Viva Dylan!

miércoles, 15 de mayo de 2013

Genios, con o sin público.


Como no se me ocurría nada sobre lo que hacer escribir a mi pluma cibernética, he decidido reflexionar un poquillo sobre el texto que me han puesto hoy en el examen de valenciano (por cierto, con la nueva herramienta que he instalado en el blog podéis traducirlo al idioma que os dé la gana, y con una traducción bastante fiable).
Resulta que hablaba de que escritores como el que os pongo en la foto, Salvador Espriu, después de haber sido ampliamente reconocidos en vida, llega el aniversario de su muerte y los encargados de hacer presente el recuerdo de su vida y de su obra, no hacen nada por mantenerlo vivo, aún cuando puede que ellos mismos fueran los que exaltaran su figura cuando el escritor vivía. Me ha recordado, y así lo he puesto en mi examen, la vida de figuras del arte como el pintor Domenico Theotocopoulos, más conocido como El Greco, artista con gran fama durante su vida, pero con tres siglos de silencio después, hasta que en el XX alguien se encargó de desenterrarlo.
Con las grandes figuras del arte suele pasar algo parecido. Siempre gozan de gran fama después de haber sido rechazados y marginados (tal es el caso de Van Gogh), o viceversa, gozan de gran fama en vida, para ser condenados al olvido por las generaciones posteriores. No sé, es algo que suele ocurrir. Por ejemplo, se me ocurre el caso de Miguel de Cervantes, que escribió cierto libro titulado 'El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha' desde la prisión en la que pasó cinco años. Únicamente creo poder eximir de alguno de estos casos al genio de Miguel Ángel Buonarroti, aunque desconozco cuál fue la aceptación de su figura en los siglos posteriores a su muerte.
Los genios, por ser incomprendidos en vida, no dejan de ser genios. La aceptación de que gocen, en vida o en el otro barrio, realmente no suma nada a la magnificencia de su obra, ¿qué pensáis?

jueves, 9 de mayo de 2013

De re fumatoria.


Me encuentro en este instante en un estado de cansancio bastante mejorable, así que espero que nadie me critique desde los escaños con nombre y sin cara de Internet por lo que escriba a continuación. Se trata de una idea interesante. Veamos.
Una cosa que me gustaría hacer algún día es fumar en pipa. Conozco a uno que lo hace de vez en cuando, y siempre le digo: 'eh, algún día tenemos que fumar, ¿no?' El problema es que si buscas huir de lo perjudicial del tabaco, no lo consigues, pues tiene otros inconvenientes para la salud. Y este es el pensamiento que quiero dirigir a mis lectores, -miles o ninguno-: todo en esta vida da cáncer. Es, claramente, una reducción reduccionista de las reducciones, pero, piénsalo por un momento, ¿cuántos miles de cosas dan cáncer, o son perjudiciales para la salud en este mundo o están bajo sospecha de provocarlo o de serlo, y dicha sospecha nos quasiobliga a dejar de hacer dichas cosas? Si tuviéramos que evitar todas las cosas perjudiciales nos moriríamos. 
Más vale, creo yo, disfrutar con moderación de los vicios que uno tenga o quiera tener, que no estar constantemente preocupado por el mal que acecha. Disfruta de la vida, y tómatela a veces un poco en broma. 
Cambiemos el mundo.

viernes, 19 de abril de 2013

Grandes Problemas.


Os voy a hacer partícipes de un hecho memorable.
Hace casi dos meses que no hablo de música, y pienso que hoy es el momento de hacerlo. Algunos dirán que qué pena, que podría haber tocado un tema más profundo. Pues difícilmente podría haberlo hecho, porque es en el arte (la música lo es) donde los hombres encontramos de manera más accesible la belleza.
Es complicado determinar qué música es más bella y qué música no lo es, porque cada persona tiene su gusto. No pienso meterme en el berenjenal que es determinar la belleza de cada canción, entre otras cosas porque no es mesurable, o al menos no fácilmente, o al menos no por una persona tan inexperta en este campo como el escritor de estas líneas. Eso (paréntesis) me lleva también a comentar mi opinión de que la belleza no tiene por qué ser cautiva de las reglas matemáticas, no debe (en mi opinión) estar obligada a cumplir reglas que hagan que tenga por narices ocho sílabas un verso, cuatro tiempos un compás, o veinte estrofas un poema. No encerremos el arte en la cárcel de la geometría. Esta pequeña reflexión me viene a propósito del importante hecho del que, al principio de estas líneas, os anunciaba que quería haceros sabedores. Este hecho es, ni más ni menos, que hoy voy a ver, bien acompañado, un concierto memorable del mítico grupo, Dire Strait, como es el que realizaron en el Hammersmith Odeon de Londres en 1983. Este conjunto es encabezado por el último de los héroes de la guitarra del siglo XX: Mark Knopfler, una persona que, con sus dedos, roza aquí la perfección.
Os pongo bajo estas palabras la canción que me parece resumen de este concierto. Disfrutad de la belleza.

jueves, 11 de abril de 2013

¿Progreso?

Os escribo hoy para comentaros un pensamiento que ronda por mis neuronas últimamente. Alguien mientras comía hoy ha dicho, como de pasada, que la sociedad está en progreso. Sobre esto tiene que ver.
Está comúnmente aceptado por la sociedad, esta en la que nos ha tocado vivir, que, conforme pasa el tiempo, avanzamos progresivamente en todos los campos.  Explicaré ahora mi ligera discrepancia con esta afirmación, hablando de dos áreas de progreso, a cual más importante. Primero, quiero dejar claro que, evidentemente, el progreso existe, y estoy a favor de él, y la ciencia ha conquistado conocimientos maravillosos. Sin embargo... Comencemos.
Primero, el campo de la cultura. Escudados en este 'progreso', muchas personas (cada vez más) han dejado de leer: si queremos saber algo, está en Internet. Con lo cual tenemos un gran número de personas totalmente incultas, con poca o ninguna capacidad crítica.
Pero esto no solo ocurre en este campo, también en otro, mucho más importante: en el de las creencias. Es conocidísimo el apelativo que se da a los creyentes, concretamente a los católicos: retrógrados. Esto es, anclados en tradiciones antiguas, ajenas al progreso.  A mí me gustaría lanzar una pregunta: ¿qué es más antiguo (y, por tanto, más retrógrado) el cristianismo o el paganismo? Porque, me gustaría hacer notar, no existe ningún ateo en el mundo, y difícilmente podrá existir. Como dice Dylan, 'debes servir a alguien'. Es decir, todos tienen un dios, aunque le cambien el nombre: uno mismo, el placer, el dinero, la fama...  Es este un paganismo moderno, que por moderno no deja de ser pagano, es decir, existente desde hace muchos milenios.
Por tanto, ¿qué progreso es este? Nos ha hecho volver a la incultura y el paganismo de tiempos remotísimos. Algo no debe de andar bien, ¿no?

martes, 9 de abril de 2013

Bailar un vals con el océano.


Hace poco tuve la gran suerte de poder leer una novelita, concebida como guión para una película, titulada 'Novecento. La leyenda del pianista en el océano'.
Debo decir que había visto la película, pero que el libro es mucho mejor. Nuevamente, como ocurre con tantos ejemplos (El Señor de los Anillos, Harry Potter...) la versión escrita arroja más detalles, y te permite imaginar con libertad, libertad que cercena la película: Harry Potter ya no fue el mismo para mí después de ver la película que cuando solo había leído el libro.
Al margen de este inciso, he disfrutado locamente con algunos pasajes de la novela. Es arte en estado puro, imprevisible, deliciosa. Se lee rápidamente (no llega a las 90 páginas) y cuenta la historia de un niño nacido en un barco, el Virginian, que se dedica a tocar el piano en el mismo barco, sin bajarse de él, hasta su muerte. Su nombre es Danny Boodman T.D. Novecento, y es el mejor pianista. El mejor. 
La historia no está desprovista de encanto, y narrada de forma peculiar, cercana. Es simplemente, maravillosa. El fragmento del libro que más me ha gustado es el siguiente. Pongo también su versión cinematográfica, que es a su vez entretenida, y cuando tenga el libro en mi poder copiaré la versión escrita. El narrador de la historia define lo que vais a ver como 'bailar un vals con el océano'. Sublime.

martes, 2 de abril de 2013

Roma, la Ciudad Eterna.


Mi experiencia turística es más bien escasa. Antes de esta Semana Santa, solo había salido de tierra española para estar en Andorra y en Gales, eso sin contar las pequeñas incursiones en tierra francesa que haya hecho por los Pirineos. Este panorama cambió hace más de una semana, a Roma, viaje que concluí ayer, y del que escribo hoy.

Caótica en lo que al tráfico se refiere, con gran cantidad de edificios no muy bien cuidados y algunos deliberadamente sucios (como, por ejemplo, la embajada francesa ante la Santa Sede), pero con un encanto particular, único, que reside en el simple hecho de ser Roma, hecho que supone, por ejemplo, encontrarse sin quererlo con la imagen del monumental Panteón, o que, ante el ayuntamiento de Roma se halle la estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio, o que, paseando por la calle, te encuentres con edificios de hace dos mil años, o con iglesias de inigualable monumentalidad, proporción y belleza, en las que encuentras además obras pictóricas como la Vocación de san Mateo de Caravaggio (ubicada en la iglesia de san Luis de los franceses) o escultóricas como el Moisés de Miguel Ángel (en san Pietro in vincoli). Hecho que supone, por ejemplo, que los bandos de publicidad del ayuntamiento vayan encabezados por el S.P.Q.R., que ya encabezaba las legiones de hace dos mil años. Y, sobre todo y ante todo, la plaza de san Pedro del Vaticano, precedida por la columnata de Bernini, que hasta entonces un servidor solo había visto por televisión, y la Basílica misma, obra fundamental del Cinquecento renacentista


Supongo que todo el mundo que escribe sobre la 'caput mundi', es para decir que ha quedado cautivado por ella. He de reconocer que no soy una excepción a la regla, y que la ciudad que fue el centro del mayor imperio de la Antigüedad ha causado en mí una gran impresión.


En fin, esta ha sido mi experiencia romana. Es un viaje imprescindible a una ciudad de historia simpar y belleza incomparable (que significa lo mismo que simpar, pero era por cambiar de palabra). Por cierto, aunque opine esto, no tiré una moneda en la Fontana di Trevi, ¿volveré algún día?

jueves, 14 de marzo de 2013

Scribo.


¿Por qué escribo? Nadie escribe hoy en día. Cuando digo nadie nótese que me refiero a una minoría en la inmensa masa de personas que pueblan nuestro planeta. Sí, efectivamente, hay gente que escribe. Pero, eso no importa. La pregunta es por qué escribo yo, cuál es el motivo que me impulsa a teclear o a coger un bolígrafo. Pues mira, respondo a esa pregunta por mí mismo formulada diciendo que escribo porque quiero, escribo porque me gusta, porque estoy lleno de rabia que no quiero transformar en otra cosa que no sean ejércitos de letras uniformadas, de palabras tranquilas o furiosas, de frases irónicas, absurdas, de sinsentidos, de tonterías, de pensamientos distraídos que toquen a la puerta de quien lea. Escribo realmente para eso, para que quien lea mis líneas haga algo, cambie algo, piense algo, entienda algo. Y si no consigo eso, me conformo con que lo que escribo -porque, por si no os habíais dado cuenta, escribo- sea bello, arranque al menos un suspiro de admiración, represente lo que es la belleza aunque sea realmente en un grado ínfimo. Poco es mejor que nada. Escribo también con la esperanza de que alguien piense diferente, con la esperanza de que sepa respetar mi opinión y yo la suya, con la esperanza de que me hagan cambiar de opinión. No soy ningún Miguel Ángel, pero se hace lo que se puede.
En fin, que, como encabeza esta entrada, scribo. Que no es que me haya vuelto un garrulo, es latín.

martes, 5 de marzo de 2013

¿Inmersión cultural?


No soy racista. No tengo reparos en conocer otras culturas, ni otras religiones. Guardo o intento guardar el debido respeto a las personas que no profesan mis mismas creencias, o que no tienen mis mismas opiniones, o que son extranjeros en mi tierra, o que no tienen la piel del mismo color que yo. Vamos, que la inmersión cultural es algo que me interesa y de lo que estoy a favor.
Ahora bien, la próxima vez que un individuo proveniente de un país musulmán me haga escuchar su música durante quince minutos de trayecto en metro, me levanto y me voy, aunque el metro esté en marcha. Porque una cosa es inmersión cultural, y otra cosa es un viaje en metro escuchando melodías repetitivas sobre una voz cantando en árabe sin tener yo  ninguna de las voluntades de hacerlo y teniendo muchas voluntades de coger el móvil del susodicho y aplastarlo contra el suelo. Las conclusiones, que las saque cada uno, y si por casualidad se pasa por aquí mi amigo el egipcio, marroquí, árabe o libio, le mando un saludo. Me duele la cabeza.


jueves, 21 de febrero de 2013

Canciones de amor.


De vez en cuando ocurre, accidentalmente. No es un problema, ni una patología, sino algo que, simplemente, ocurre. Es el hecho de tener la tonadilla de una canción en la cabeza constantemente. Puede dicha canción ser buena o mala, puede gustarte o no, pero la dichosa melodía vuelve una y otra vez. En este fenómeno paranormal existen dos grados. En el primero, el más habitual, el sujeto canta la canción -o, en su defecto, únicamente el estribillo- una vez tras otra, cosa que contagia, como los bostezos, a las personas con que se cruza, que repiten también dicho estribillo en su cabeza o con su voz. El segundo grado es el peor. El fenómeno se agudiza, y la canción vuelve una y otra vez, y no deja dormir al individuo, que jura que jamás en su vida volverá a escuchar dicha melodía, estableciendo sobre ella una 'damnatio memoriae'. Nunca más.
En fin, este suceso me está ocurriendo a mí en el primero de los casos citados, con la canción que pongo a continuación. Me ha vuelto a conquistar. Fue una de las primeras canciones que escuché de Bruce, una canción de amor: The road is dark, and there's a thin, thin line. But I want you to know I'll walk it for you anytime. (La carretera está oscura, y hay una línea muy delgada. Pero quiero que sepas que caminaré sobre ella por ti en cualquier momento). 
Grande entre los grandes.
Tougher than the rest.

viernes, 15 de febrero de 2013

Gracias, Benedicto.


Gracias, Benedicto, porque, con 78 años, y a poco tiempo de retirarte, aceptaste ser el Padre Común de todos los cristianos, llevar encima todo el peso de la Iglesia, que es mucho más que salir en todas las fotos y que griten tu nombre cientos de miles de personas, que es cargar en tus espaldas las conciencias de mil millones de católicos, y guiarlos por el buen camino, responsabilidad que haría desmayarse al primer segundo a todos esos que te critican. Gracias porque pusiste tu sabiduría de teólogo al servicio de todo el mundo. Gracias, Benedicto, porque te has enfrentado siempre a los problemas de cara, sin ningún miedo a la verdad, porque has sido realmente un Cooperator Veritatis, como reza tu lema episcopal. Gracias porque has rezado por mí y por todos los hombres. Gracias, Benedicto, porque, como buen Padre, en agosto de 2011 me diste las buenas noches bajo las estrellas del cielo de Madrid, después de haber aguantado una tormenta de verano de las que por Alemania dudo que se vean muchas, y que soportamos los dos, aunque en desigualdad de condiciones: tú tenías 83 años, y yo 15. Gracias, Benedicto, porque el lunes tampoco tuviste miedo, y decidiste dejar paso humildemente a otra persona, que seguro será más joven, pero no sé si más sabia y santa que tú. Gracias, Benedicto, porque ese vigor del cuerpo tan necesario para estar en la Sede Petrina lo has perdido por mí. Y, finalmente, gracias, Joseph Ratzinger, porque vas a seguir rezando por la Iglesia, y, por lo tanto, también por mí, hasta el final de tus días, después del cual nos ayudarás más que nunca.
No pierdo la oportunidad de haceros leer este impresionante artículo: Siempre renuncias, Benedicto.

jueves, 7 de febrero de 2013

Soy de letras.


Hace unos meses, al comienzo de curso, cuando me dieron a elegir entre cursar Economía o Historia del Arte, escogí la segunda. Fue, de nuevo, un golpe de timón, pues había decidido el curso anterior seguir con Economía. Los meses que han pasado no han hecho sino reafirmarme en mi decisión, y ahora me alegro de haber sido convencido, porque lo contrario habría sido antinatural, tanto como forzar a alguien de letras a que se dedique a jugar con números: no puede ser.
Sí, soy de letras. Estoy orgulloso y siempre lo estaré. 
Nosotros, los de letras, no hemos sucumbido a ese ''y esto, ¿para qué sirve''?, que el 99% de personas te preguntan cuando se enteran de que estudias Latín. 
En fin, no persigo ningún objetivo con esta entrada más que expresar mi desaliento por todo el utilitarismo con que se trata a las asignaturas que constituyen mis pasiones, y, de paso, hacer disfrutar a quienes lean esto de la obra que más me ha gustado del arte griego. No sirve para nada, pero, ¿qué más da?

jueves, 31 de enero de 2013

Un golpe de timón.


No mucho tiempo ha que anuncié un cambio en la temática de este blog. Proclamé que las entradas que versasen sobre música abandonarían este espacio, dado que pegaban poco con el resto de entradas, que iban adquiriendo un nivel de pensamiento más elevado. He reconsiderado esta decisión.
Hace poco escribí que mi objetivo al escribir en este espacio era decirle al mundo lo que pienso acerca de lo que veo. Pues bien, creo que me equivoqué. No es esa la meta que debo proponerme. Es una de mucho mayor calado, tal como esta: cambiar el mundo. Sí, cambiarlo, influir positivamente en él. Y, para eso, pretendo recordar a todo el que lea mis entradas, sea uno o sean miles, la belleza escondida en las artes, en la vida misma y en la de alguna persona loable. Dentro de esas citadas artes se encuentra la música, por lo que he decidido definitiva e irrevocablemente volver a introducirla en esta web, y desplazar otros asuntos más polémicos, tales como la política y las reflexiones sobre la sociedad misma a otro espacio, que titularé 'Politólogo en potencia'. Esto se debe al temor que me produce la identificación que podría hacerse entre mis opiniones políticas, opinables, y la búsqueda de la belleza y la verdad, que no es, en absoluto, opinable.
Me asusta el miedo a que el nuevo espacio quede abandonado. Intentaré por todos los medios informar de su existencia al mundo.
Gracias por su atención.

El mejor poema del siglo

Terminé hace poco "Antología de la nueva poesía española" de José Luis Cano. Es una recopilación de poemas de autores del si...