viernes, 19 de abril de 2013

Grandes Problemas.


Os voy a hacer partícipes de un hecho memorable.
Hace casi dos meses que no hablo de música, y pienso que hoy es el momento de hacerlo. Algunos dirán que qué pena, que podría haber tocado un tema más profundo. Pues difícilmente podría haberlo hecho, porque es en el arte (la música lo es) donde los hombres encontramos de manera más accesible la belleza.
Es complicado determinar qué música es más bella y qué música no lo es, porque cada persona tiene su gusto. No pienso meterme en el berenjenal que es determinar la belleza de cada canción, entre otras cosas porque no es mesurable, o al menos no fácilmente, o al menos no por una persona tan inexperta en este campo como el escritor de estas líneas. Eso (paréntesis) me lleva también a comentar mi opinión de que la belleza no tiene por qué ser cautiva de las reglas matemáticas, no debe (en mi opinión) estar obligada a cumplir reglas que hagan que tenga por narices ocho sílabas un verso, cuatro tiempos un compás, o veinte estrofas un poema. No encerremos el arte en la cárcel de la geometría. Esta pequeña reflexión me viene a propósito del importante hecho del que, al principio de estas líneas, os anunciaba que quería haceros sabedores. Este hecho es, ni más ni menos, que hoy voy a ver, bien acompañado, un concierto memorable del mítico grupo, Dire Strait, como es el que realizaron en el Hammersmith Odeon de Londres en 1983. Este conjunto es encabezado por el último de los héroes de la guitarra del siglo XX: Mark Knopfler, una persona que, con sus dedos, roza aquí la perfección.
Os pongo bajo estas palabras la canción que me parece resumen de este concierto. Disfrutad de la belleza.

jueves, 11 de abril de 2013

¿Progreso?

Os escribo hoy para comentaros un pensamiento que ronda por mis neuronas últimamente. Alguien mientras comía hoy ha dicho, como de pasada, que la sociedad está en progreso. Sobre esto tiene que ver.
Está comúnmente aceptado por la sociedad, esta en la que nos ha tocado vivir, que, conforme pasa el tiempo, avanzamos progresivamente en todos los campos.  Explicaré ahora mi ligera discrepancia con esta afirmación, hablando de dos áreas de progreso, a cual más importante. Primero, quiero dejar claro que, evidentemente, el progreso existe, y estoy a favor de él, y la ciencia ha conquistado conocimientos maravillosos. Sin embargo... Comencemos.
Primero, el campo de la cultura. Escudados en este 'progreso', muchas personas (cada vez más) han dejado de leer: si queremos saber algo, está en Internet. Con lo cual tenemos un gran número de personas totalmente incultas, con poca o ninguna capacidad crítica.
Pero esto no solo ocurre en este campo, también en otro, mucho más importante: en el de las creencias. Es conocidísimo el apelativo que se da a los creyentes, concretamente a los católicos: retrógrados. Esto es, anclados en tradiciones antiguas, ajenas al progreso.  A mí me gustaría lanzar una pregunta: ¿qué es más antiguo (y, por tanto, más retrógrado) el cristianismo o el paganismo? Porque, me gustaría hacer notar, no existe ningún ateo en el mundo, y difícilmente podrá existir. Como dice Dylan, 'debes servir a alguien'. Es decir, todos tienen un dios, aunque le cambien el nombre: uno mismo, el placer, el dinero, la fama...  Es este un paganismo moderno, que por moderno no deja de ser pagano, es decir, existente desde hace muchos milenios.
Por tanto, ¿qué progreso es este? Nos ha hecho volver a la incultura y el paganismo de tiempos remotísimos. Algo no debe de andar bien, ¿no?

martes, 9 de abril de 2013

Bailar un vals con el océano.


Hace poco tuve la gran suerte de poder leer una novelita, concebida como guión para una película, titulada 'Novecento. La leyenda del pianista en el océano'.
Debo decir que había visto la película, pero que el libro es mucho mejor. Nuevamente, como ocurre con tantos ejemplos (El Señor de los Anillos, Harry Potter...) la versión escrita arroja más detalles, y te permite imaginar con libertad, libertad que cercena la película: Harry Potter ya no fue el mismo para mí después de ver la película que cuando solo había leído el libro.
Al margen de este inciso, he disfrutado locamente con algunos pasajes de la novela. Es arte en estado puro, imprevisible, deliciosa. Se lee rápidamente (no llega a las 90 páginas) y cuenta la historia de un niño nacido en un barco, el Virginian, que se dedica a tocar el piano en el mismo barco, sin bajarse de él, hasta su muerte. Su nombre es Danny Boodman T.D. Novecento, y es el mejor pianista. El mejor. 
La historia no está desprovista de encanto, y narrada de forma peculiar, cercana. Es simplemente, maravillosa. El fragmento del libro que más me ha gustado es el siguiente. Pongo también su versión cinematográfica, que es a su vez entretenida, y cuando tenga el libro en mi poder copiaré la versión escrita. El narrador de la historia define lo que vais a ver como 'bailar un vals con el océano'. Sublime.

martes, 2 de abril de 2013

Roma, la Ciudad Eterna.


Mi experiencia turística es más bien escasa. Antes de esta Semana Santa, solo había salido de tierra española para estar en Andorra y en Gales, eso sin contar las pequeñas incursiones en tierra francesa que haya hecho por los Pirineos. Este panorama cambió hace más de una semana, a Roma, viaje que concluí ayer, y del que escribo hoy.

Caótica en lo que al tráfico se refiere, con gran cantidad de edificios no muy bien cuidados y algunos deliberadamente sucios (como, por ejemplo, la embajada francesa ante la Santa Sede), pero con un encanto particular, único, que reside en el simple hecho de ser Roma, hecho que supone, por ejemplo, encontrarse sin quererlo con la imagen del monumental Panteón, o que, ante el ayuntamiento de Roma se halle la estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio, o que, paseando por la calle, te encuentres con edificios de hace dos mil años, o con iglesias de inigualable monumentalidad, proporción y belleza, en las que encuentras además obras pictóricas como la Vocación de san Mateo de Caravaggio (ubicada en la iglesia de san Luis de los franceses) o escultóricas como el Moisés de Miguel Ángel (en san Pietro in vincoli). Hecho que supone, por ejemplo, que los bandos de publicidad del ayuntamiento vayan encabezados por el S.P.Q.R., que ya encabezaba las legiones de hace dos mil años. Y, sobre todo y ante todo, la plaza de san Pedro del Vaticano, precedida por la columnata de Bernini, que hasta entonces un servidor solo había visto por televisión, y la Basílica misma, obra fundamental del Cinquecento renacentista


Supongo que todo el mundo que escribe sobre la 'caput mundi', es para decir que ha quedado cautivado por ella. He de reconocer que no soy una excepción a la regla, y que la ciudad que fue el centro del mayor imperio de la Antigüedad ha causado en mí una gran impresión.


En fin, esta ha sido mi experiencia romana. Es un viaje imprescindible a una ciudad de historia simpar y belleza incomparable (que significa lo mismo que simpar, pero era por cambiar de palabra). Por cierto, aunque opine esto, no tiré una moneda en la Fontana di Trevi, ¿volveré algún día?

El mejor poema del siglo

Terminé hace poco "Antología de la nueva poesía española" de José Luis Cano. Es una recopilación de poemas de autores del si...