martes, 28 de enero de 2014

Viejos amigos.

Verano de 2008. Unos días en casa de un amigo. Un ping-pong, una minicadena con uno o dos discos, y mucho tiempo libre. Así entró la música en mi vida. Sin más. Es un recuerdo que guardo claro en mi memoria, no sé por qué. Sólo sé que ese verano, de la mano del bueno de Bob Marley, entré en el maravilloso mundo del rock. Dejé los gustos pueriles, heredados de lo que escuchaban mis familiares más cercanos, que era lo único que entraba por mis oídos hasta entonces, y comencé un viaje que me llevó, y me sigue llevando, a estilos, voces, instrumentos, figuras. Pasé en poco tiempo por los más grandes, hasta acabar en el más sublime. Robert Johnson, Neil Young, Dire Straits, los Beatles... Fueron las voces y guitarras que, entre otros de menor envergadura, me prepararon el camino de llegada al destino final, que no es otro que Bob Dylan. El bardo de Minnessota, el profeta del 'folk', el músico eléctrico, el Judas de los sesenta, el polifacético hombre de la voz cambiante y del ingenio inagotable, el poeta... Se me acaban los adjetivos. Y quién sabe si Bob querrá conducirme hacia otros descubrimientos, si deseará conducirme, como a él le guiaba el señor del tambor por las arenas del 'carpe diem' dylaniano, hacia nuevos mediterráneos. Son bienvenidos. Serán añadidos a estos, mis viejos amigos, ¿no queréis conocerlos?

miércoles, 15 de enero de 2014

De necessitatibus.


Me encontraba yo en una tienda grande de cierta empresa de deporte multinacional. 4 de enero. Os imagináis el panorama. Un millón de padres (o, mejor dicho, madres) buscando regalos para un millón de niños, buscando contentar sus necesidades, y, en algún caso, comprar su cariño, su obediencia, su buen comportamiento. Mientras tanto, como diría el hombre del año, los excluídos esperan. 
El Papa Francisco, de quien no había hablado todavía, carga, en su último libro, contra el sistema económico mundial. Un apunte: es ciertamente curioso que, tratándose este libro, en alguna de sus partes, de un ataque frontal al capitalismo, no haya sido más mencionado en los medios. En fin, lo que yo quería decir es que, mientras cientos de miles de chavales iban a tener, el seis por la mañana, sus regalos bajo el árbol de Navidad, en la misma ciudad cientos no iban a ser ni mucho menos tan afortunados. Y, me pregunto: ¿hasta qué punto estamos hablando de necesidades? ¿son realmente estas necesidades, como enseña y afirman los economistas, ilimitadas? ¿Hasta qué punto nos estamos tirando piedras sobre la cabeza, creando necesidades innecesarias desde la primera infancia? Cuando lleguen a la edad madura, ¿serán capaces de compadecerse de las miserias de quienes no tienen nada, o pensarán que es tarea ajena, y seguirán centrados en cubrir sus necesidades? No respondo en futuro, sino en presente: no, no son de hecho capaces de compadecerse de ellos, no lo somos. El Estado del Bienestar nos anestesia, nos fija en nuestras 'necesidades', y los dramas ajenos resbalan desde el televisor. Y una sociedad injusta terminará por explotar.
Yo no tengo soluciones seguras y concretas, pero se me ocurre que quizá tenemos cientos de cosas superfluas, que no necesitamos, y podemos dar a otros (no hablo de casas y coches, sino de cosas menos importantes), o quizá podemos dar nuestro tiempo para trabajar en pro de un sistema más justo. Lo que está claro es que no puede seguir así, no podemos seguir pactando con esta globalización de la indiferencia. Mientras escribo esto, y tú lo lees, los excluídos siguen esperando.
Con nada más que decirle al mundo.

Excusas.

Estamos en horas bajas. ¿Qué queréis que os diga? ¿Que ahora sí, que voy a intentarlo, que voy a volver a escribir como antes, en calidad y en cantidad? Pues no os lo digo, queridos lectores, porque no sé si es la verdad. Escribo menos porque hay una serie de prioridades por delante. ¿Y si me organizara mejor? Sí, puede que esa sea la clave. Si hay alguien al otro lado de este ordenador, que tenga paciencia, y que asuma que escribiré cuando pueda, que no sé cuándo será. Calma.
Si ya escribí poco en segundo de Bachiller, era de suponer que en primero de carrera escribiría menos. Y eso está ocurriendo. Pero bueno, por ahora este blog sigue vivo, mientras yo siga escribiendo. Quiero hablar también sobre otro asunto, y como no tiene nada que ver con esto que estoy diciendo ahora, voy a escribir una entrada diferente. Hasta ahora.

El mejor poema del siglo

Terminé hace poco "Antología de la nueva poesía española" de José Luis Cano. Es una recopilación de poemas de autores del si...