jueves, 21 de febrero de 2013

Canciones de amor.


De vez en cuando ocurre, accidentalmente. No es un problema, ni una patología, sino algo que, simplemente, ocurre. Es el hecho de tener la tonadilla de una canción en la cabeza constantemente. Puede dicha canción ser buena o mala, puede gustarte o no, pero la dichosa melodía vuelve una y otra vez. En este fenómeno paranormal existen dos grados. En el primero, el más habitual, el sujeto canta la canción -o, en su defecto, únicamente el estribillo- una vez tras otra, cosa que contagia, como los bostezos, a las personas con que se cruza, que repiten también dicho estribillo en su cabeza o con su voz. El segundo grado es el peor. El fenómeno se agudiza, y la canción vuelve una y otra vez, y no deja dormir al individuo, que jura que jamás en su vida volverá a escuchar dicha melodía, estableciendo sobre ella una 'damnatio memoriae'. Nunca más.
En fin, este suceso me está ocurriendo a mí en el primero de los casos citados, con la canción que pongo a continuación. Me ha vuelto a conquistar. Fue una de las primeras canciones que escuché de Bruce, una canción de amor: The road is dark, and there's a thin, thin line. But I want you to know I'll walk it for you anytime. (La carretera está oscura, y hay una línea muy delgada. Pero quiero que sepas que caminaré sobre ella por ti en cualquier momento). 
Grande entre los grandes.
Tougher than the rest.

viernes, 15 de febrero de 2013

Gracias, Benedicto.


Gracias, Benedicto, porque, con 78 años, y a poco tiempo de retirarte, aceptaste ser el Padre Común de todos los cristianos, llevar encima todo el peso de la Iglesia, que es mucho más que salir en todas las fotos y que griten tu nombre cientos de miles de personas, que es cargar en tus espaldas las conciencias de mil millones de católicos, y guiarlos por el buen camino, responsabilidad que haría desmayarse al primer segundo a todos esos que te critican. Gracias porque pusiste tu sabiduría de teólogo al servicio de todo el mundo. Gracias, Benedicto, porque te has enfrentado siempre a los problemas de cara, sin ningún miedo a la verdad, porque has sido realmente un Cooperator Veritatis, como reza tu lema episcopal. Gracias porque has rezado por mí y por todos los hombres. Gracias, Benedicto, porque, como buen Padre, en agosto de 2011 me diste las buenas noches bajo las estrellas del cielo de Madrid, después de haber aguantado una tormenta de verano de las que por Alemania dudo que se vean muchas, y que soportamos los dos, aunque en desigualdad de condiciones: tú tenías 83 años, y yo 15. Gracias, Benedicto, porque el lunes tampoco tuviste miedo, y decidiste dejar paso humildemente a otra persona, que seguro será más joven, pero no sé si más sabia y santa que tú. Gracias, Benedicto, porque ese vigor del cuerpo tan necesario para estar en la Sede Petrina lo has perdido por mí. Y, finalmente, gracias, Joseph Ratzinger, porque vas a seguir rezando por la Iglesia, y, por lo tanto, también por mí, hasta el final de tus días, después del cual nos ayudarás más que nunca.
No pierdo la oportunidad de haceros leer este impresionante artículo: Siempre renuncias, Benedicto.

jueves, 7 de febrero de 2013

Soy de letras.


Hace unos meses, al comienzo de curso, cuando me dieron a elegir entre cursar Economía o Historia del Arte, escogí la segunda. Fue, de nuevo, un golpe de timón, pues había decidido el curso anterior seguir con Economía. Los meses que han pasado no han hecho sino reafirmarme en mi decisión, y ahora me alegro de haber sido convencido, porque lo contrario habría sido antinatural, tanto como forzar a alguien de letras a que se dedique a jugar con números: no puede ser.
Sí, soy de letras. Estoy orgulloso y siempre lo estaré. 
Nosotros, los de letras, no hemos sucumbido a ese ''y esto, ¿para qué sirve''?, que el 99% de personas te preguntan cuando se enteran de que estudias Latín. 
En fin, no persigo ningún objetivo con esta entrada más que expresar mi desaliento por todo el utilitarismo con que se trata a las asignaturas que constituyen mis pasiones, y, de paso, hacer disfrutar a quienes lean esto de la obra que más me ha gustado del arte griego. No sirve para nada, pero, ¿qué más da?

El mejor poema del siglo

Terminé hace poco "Antología de la nueva poesía española" de José Luis Cano. Es una recopilación de poemas de autores del si...