lunes, 7 de septiembre de 2015

Dostoyevski, el psicólogo.


Este verano he leído, por primera vez, una obra de literatura rusa. La afortunada ha sido "El idiota", de Dostoyevski. Lo que me propongo aquí es dar una idea general de la obra y de su autor, basándome sólo en lo que he leído. 

Lo que más llama la atención en libro es el retrato psicológico de los personajes. En la obra se reflejan personalidades de lo más diverso, y ninguna enteramente atractiva, ni siquiera la del protagonista, el príncipe Mischkin. Éste es un joven infinitamente honrado, bienpensado y sencillo, que choca con la realidad artificial, protocolaria y falsa de la burguesía rusa. En esa realidad, al contrario que en la del príncipe, no se sabe a ciencia cierta si lo que dice alguien es lo que piensa, o si se puede o se debe confiar en los amigos. Dostoyevski, al parecer, contrapone esas dos actitudes vitales: o la hipocresía o la ingenuidad. Al mismo tiempo, contrapone los hechos que ocurren con la idea que los personajes se forman de ellos (el "aparecer" de la realidad, y su "parecer" en la mente de los individuos). Multitud de páginas de "El idiota" son pensamientos de sus personajes, o conversaciones que delatan esos pensamientos. 
Entre esas conversaciones son de un valor precioso las que reflejan el alma y el corazón de Dostoyevski, que quizá sea también el alma rusa. Entre otras, destacan algunas sobre Dios, el cristianismo, la pena de muerte, y una dura condena del catolicismo romano. Y la frase, cien veces repetida en la historia, y que aparece de manera indirecta en los labios de Mischkin varias veces en el libro, de que "la belleza salvará al mundo".
La personalidad del príncipe, el protagonista, es atractiva desde el primer momento: se trata de alguien inteligente, honrado, filosófico... En las primeras páginas se espera constantemente que vuelva a aparecer, para terminar de captar cómo es. En paralelo a él, se encuentran otras dos personalidades: Nastasia Filippovna e Ippolit. La primera es un rostro hermoso, que esconde un alma atormentada, pero que, en el fondo, es preciosa como la del protagonista. Se oculta entre los pliegues de la sociedad corrupta y bienoliente, y se burla de ella en la cara. Esta doble realidad yaciente en una misma persona la hace un personaje algo peculiar e incluso desequilibrado, pero colosal. La segunda personalidad paralela al príncipe es Ippolit, un joven tuberculoso, siempre en trance de morir, desengañado y profundamente crítico con la sociedad. Los tres (el príncipe, la mujer y el enfermo) se oponen frontalmente al resto de personajes -con alguna excepción-, que son con frecuencia mentirosos, desconfiados y crueles. Esta es la contraposición que presenta Dostoyevski: hipocresía o desengaño, crítico o ingenuo. Fariseísmo u honestidad brutal. Falsedad o sinceridad. Sinceramente, al final del libro uno se decidiría por lo segundo, pero no con el ánimo muy alto.

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