jueves, 21 de febrero de 2013

Canciones de amor.


De vez en cuando ocurre, accidentalmente. No es un problema, ni una patología, sino algo que, simplemente, ocurre. Es el hecho de tener la tonadilla de una canción en la cabeza constantemente. Puede dicha canción ser buena o mala, puede gustarte o no, pero la dichosa melodía vuelve una y otra vez. En este fenómeno paranormal existen dos grados. En el primero, el más habitual, el sujeto canta la canción -o, en su defecto, únicamente el estribillo- una vez tras otra, cosa que contagia, como los bostezos, a las personas con que se cruza, que repiten también dicho estribillo en su cabeza o con su voz. El segundo grado es el peor. El fenómeno se agudiza, y la canción vuelve una y otra vez, y no deja dormir al individuo, que jura que jamás en su vida volverá a escuchar dicha melodía, estableciendo sobre ella una 'damnatio memoriae'. Nunca más.
En fin, este suceso me está ocurriendo a mí en el primero de los casos citados, con la canción que pongo a continuación. Me ha vuelto a conquistar. Fue una de las primeras canciones que escuché de Bruce, una canción de amor: The road is dark, and there's a thin, thin line. But I want you to know I'll walk it for you anytime. (La carretera está oscura, y hay una línea muy delgada. Pero quiero que sepas que caminaré sobre ella por ti en cualquier momento). 
Grande entre los grandes.
Tougher than the rest.

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