viernes, 27 de abril de 2012

Gustavo Ron.

El miércoles asistí a una conferencia presidida por un director de cine. No era uno de los de la talla de Almodóvar, o Amenábar, pero era un buen director de cine que, además, era español. Su nombre, como el título de esta entrada delata, era Gustavo Ron. La verdad es que nunca había oído su nombre, pero sí que me sonaba de algo el nombre de su primera película, ''Mía Sarah''.
Por un momento, sinceramente, me imaginé cómo sería ser director de cine, y poder transmitirle al mundo tus ideas, tus visiones de la realidad, tus mensajes, y, a la vez, entretener con humor sano, bueno, que no recurra a la inmoralidad. La verdad es que es una posición desde la cual puedes transmitir muchos mensajes, casi tantos como teniendo un blog (entiéndase la ironía). Y no solo eso, sino que puedes transmitirlos a muchísima gente. Una buena película podría cambiar el mundo.
Durante la conferencia, Ron habló de su vida, y, aunque el título de la conferencia era ''Encuentros por una juventud solidaria'', Gustavo no habló mucho de solidaridad. Pero a mí no me importó excesivamente, porque contando su vida ya nos estaba explicando cómo ser solidarios, como luchar por lo que queremos. Su vida estuvo plagada de contratiempos, porque para conseguir llegar a ser director de cine tuvo que sufrir bastante, y tuvo que echarle cara, y moverse, y no tuvo miedo a la negativa de tanta gente que sí, le dio su negativa, y se hizo amigo de decenas de personas de todos los sitios.
Es una actitud de querer comerse el mundo, aunque, según él, todos queremos comernos el mundo, pero nos estrellamos contra quienes, antes que nosotros, lo han intentado y no lo han conseguido. Sinceramente, resulta chocante que lo diga una persona que está donde está él, y que tiene el ''poder'' de ser escuchado por mucha gente.
También manifestó su desencanto para con el llamado ''cine de valores'', pues se dio cuenta de que quienes promueven esas películas, quieren ir mucho más allá de lo que él creía, y no simplemente entretener. Él es partidario de las películas con mensaje, pero cuya función es entretener. Supongo que su desencanto tiene que ver con que el mencionado tipo de cine tiene mucho más mensaje que entretenimiento. Para terminar voy a copiar una noticia de periódico sobre este personaje que os hará ver lo que antes os contaba.

Un pequeño despacho de producción. La típica llamada de teléfono que no va contigo. El típico jefe que pregunta si alguien sabe alemán, para trabajar en la producción de un documental sobre los Sanfermines. El típico joven veinteañero que sueña con ser director de cine. "Yo", levanta la mano. La típica mentira piadosa que puede cambiar una trayectoria.
Gustavo Ron no sabía el idioma de Goethe, pero sí un perfecto inglés, por lo que cuando se puso en contacto con los alemanes éstos no pusieron ninguna objeción a trabajar con él.
Después de dos años de carrera en Pamplona, su amplia red de amistades facilitó el éxito de su labor. Aquello significó el inicio de su trabajo como productor. Lo de la dirección de largometrajes vendría luego, cuando trabó contacto en 2002 con Andrés Barbé (Formato Producciones) y le presentó el guión de lo que acabaría siendo Mia Sarah.

Con nada más que decirle al mundo.

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