Hace mucho que no cuento nada a nadie en este blog. Quizás no me lee ni su padre. Quizás nunca nadie lo ha hecho. Pero, en realidad, hay mucho que contar. Hay mucho que decirle al mundo. El objetivo de este blog sigue ahí delante, intacto: cambiar el mundo. O ayudar a cambiarlo. Lo más digno de contar que tengo ahora son mis viajes, mis movimientos por este mundo tan bello y a la vez tan atormentado. Tanto me he movido en los últimos meses, que he acabado por cansarme de moverme, cuando aún quedan unos cuantos meses para que acabe el baile. Desde agosto, he vivido en siete ciudades, tres países, y dos mundos. En Bilbao, Madrid, Valencia, Jerusalén, Colonia, Frankfurt y Mainz; en España, Israel y Alemania. En mi pequeño mundo valenciano, y en este sorprendente, distinto y hasta cierto punto cautivador mundo alemán. He estado en algún que otro autobús, en cinco aviones y en Dios sabe cuántos trenes, entre distintas ciudades de Alemania. Entre las joyas visitadas, creo que valen la pena especialmente Münster y Aquisgrán (Aachen), y, por supuesto, la catedral de Colonia. He recorrido arriba y abajo el Rin. Montado en un tren surcando sus riberas he vuelto a escribir poesía de esa de la que te enorgulleces. También he vuelto a tener tiempo para leer con más tranquilidad. Durante el curso han pasado por mis manos Tolkien, Funke, Ratzinger, Scholl, D´ Avenia y algunos más. Espero poder hablar de todo esto y mucho más esta misma semana: libros, ciudades, ríos y poesía, ¿quién da más?
martes, 11 de abril de 2017
En movimiento
Hace mucho que no cuento nada a nadie en este blog. Quizás no me lee ni su padre. Quizás nunca nadie lo ha hecho. Pero, en realidad, hay mucho que contar. Hay mucho que decirle al mundo. El objetivo de este blog sigue ahí delante, intacto: cambiar el mundo. O ayudar a cambiarlo. Lo más digno de contar que tengo ahora son mis viajes, mis movimientos por este mundo tan bello y a la vez tan atormentado. Tanto me he movido en los últimos meses, que he acabado por cansarme de moverme, cuando aún quedan unos cuantos meses para que acabe el baile. Desde agosto, he vivido en siete ciudades, tres países, y dos mundos. En Bilbao, Madrid, Valencia, Jerusalén, Colonia, Frankfurt y Mainz; en España, Israel y Alemania. En mi pequeño mundo valenciano, y en este sorprendente, distinto y hasta cierto punto cautivador mundo alemán. He estado en algún que otro autobús, en cinco aviones y en Dios sabe cuántos trenes, entre distintas ciudades de Alemania. Entre las joyas visitadas, creo que valen la pena especialmente Münster y Aquisgrán (Aachen), y, por supuesto, la catedral de Colonia. He recorrido arriba y abajo el Rin. Montado en un tren surcando sus riberas he vuelto a escribir poesía de esa de la que te enorgulleces. También he vuelto a tener tiempo para leer con más tranquilidad. Durante el curso han pasado por mis manos Tolkien, Funke, Ratzinger, Scholl, D´ Avenia y algunos más. Espero poder hablar de todo esto y mucho más esta misma semana: libros, ciudades, ríos y poesía, ¿quién da más?
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1 comentario:
Yo te leo. Y muy a gusto además. Espero was nuevas entradas. Un abrazo
Japo
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