Gustave Courbet: La Dama de Frankfurt |
Por elegir sólo cinco obras, pongo las siguientes.
El Ecce Homo de Bernardino Luini fue la primera obra que me golpeó (supongo que el hecho de ser Sábado Santo tuvo su influencia). Cristo pierde en el infinito la mirada. Tristeza, nostalgia, mansedumbre, dolor... Todo entre dos párpados.
La Magdalena penitente de Murillo también tiene una mirada particular. El resto del cuadro es accesorio: el rostro es lo esencial. Contemplándolo unos minutos se capta lo que el autor ha querido plasmar: la situación interior del miserable que ha encontrado a Alguien que le perdona, le devuelve la dignidad, y le redime para siempre.
Otra mirada que me rompió el saque fue la de Nanna, la modelo italiana favorita de Anselm Feuerbach. Una mirada más seria que triste, más en sombras que clara. La mirada de alguien que ha sufrido y se ha endurecido por dentro, formando un carácter fuerte y decidido, una mirada que se esconde orgullosa, mirando hacia otro lado.
El Prometeo encadenado de Jordaens me pareció una maravilla de lo barroco: lleva hasta el extremo la ruptura de las dos dimensiones medievales. Eso, y la expresividad de la cara de Prometeo, para ver la cual hay que ponerse cabeza abajo, forman una obra maestra.
Otro cuadro que me maravilló fue "El fabricante de plumas" de Lievens. El juego con las sombras y el sol, que entra por la izquierda y por delante, recuerda a Caravaggio, aunque quizá las figuras no estén tan definidas como las del italiano.
Os dejo con las obras, para que las disfrutéis, aunque, como siempre, en vivo mucho mejor.
Bernardino Luini: Ecce homo |
Murillo: Magdalena penitente |
Anselm Feuerbach: Nanna |
Jacob Jordaens: Prometeo encadenado |
Jan Lievens: Der Federschneider |
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