Hancock es el tipo que levanta el coche, y está a punto de destrozar el tren que iba a atropellarlo.
Estamos acostumbrados a ver en las películas a Superman, a Batman, o a Spiderman, superhéroes que nunca tienen defectos, que son amables, atentos, que lo hacen perfectamente todo, y que siempre dejan contentos a todo el mundo. Pero en este film vemos como protagonista a un superhombre que, para empezar, destroza todo lo que encuentra a su paso, es muy maleducado, y bebe whisky barato.
Para darle un tono de reflexión al asunto, pienso que es muy bueno romper moldes. No todos los superhéroes tienen que ser perfectos, ni todos los que sacan buenas notas tienen por qué ser unos cerebritos sin vida social, ni todos los políticos tienen por qué ser unos ladrones y embusteros, ni todos los españoles tienen por qué ser unos vagos, y podría seguir así destrozando estereotipos durante líneas y líneas, pero no es el caso.
El tema es que esta película, que tanto me ha gustado, es una excusa perfecta para denunciar los estereotipos, tan presentes en la mentalidad del ciudadano medio, que rechaza prejuiciosamente multitud de cosas, porque alguien se ha encargado previamente de colocarle ese prejuicio, ese estereotipo, que tanto daño hace hoy en día a nivel planetario.
Por cierto, no todos los de letras son tontos, que quede bien claro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario