viernes, 7 de marzo de 2014

De efficientia.


          Últimamente, hay un término que me resulta especialmente doloroso a los oídos. Será porque soy de letras, será porque estoy decidido a acabar con la manía de ver en todo utilidades o inutilidades para el placer personal, será porque odio la asignatura en la cual se menciona cada dos por tres... Sea por lo que sea, le he cogido cierta tirria a la palabra eficiencia. Y es que están empeñados en conseguirlo, no quieren sino que lo midamos todo en términos económicos, todo en relación a lo que nos va a aportar a primera vista. Y sea ese 'todo', un plan, una idea, un objeto, un animal, un proyecto, una persona...
          En ese último grupo de seres radica el problema. Realmente, no parece que sea perjudicial valorar las cosas, los animales, etc., por lo que de satisfactorio nos pueda aportar. Pero, ¿las personas? La eficiencia se basa en conseguir más con menos. Si lo aplicamos a las personas, ¿en qué basamos, por ejemplo nuestras relaciones humanas? ¿en lo que nos agrada de ellas? ¿en dar lo mínimo para poder recibir lo máximo? Si fundamentamos la amistad, o cualquier otro tipo de amor humano, en lo que de ella nos agrade, esa amistad jamás será completa, porque jamás amarás todo lo que hay en una persona, siempre habrá cosas que no te gusten. En cuanto a la eficiencia, -¿cómo sería? ¿amistativa?- parece obvio que ningún tipo de amor prospera con la entrega por parte de los interesados de lo mínimo posible, esperando recibir lo máximo. Ser amigo de alguien se basa en dar lo máximo, sin esperar recibir nada a cambio. Porque lo contrario es egoísmo, y nada más contrario a la amistad, al amor y a la felicidad que esa lacra social que es el egoísmo, -formulado desde las ciencias sociales de manera más correcta como 'individualismo'- al que nos somete la sublimación de la maldita eficiencia, para la cual la vida ajena sólo importa en la medida en que me reporta beneficio.
          Después, sin embargo, nos quejaremos de que vivimos en una sociedad egoísta, cerrada en sí misma, que solo piensa en su propio bienestar, mientras la mitad del mundo se muere de hambre.
          Somos nosotros quienes construimos la sociedad, con las ideas que abocamos en ella.

3 comentarios:

Pablo dijo...

a tomar por culo la eficiencia. dixit

Unknown dijo...

Extraordinario, Luis!

Wilson

Javi dijo...

Ese Luigi! Muy grande

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